Entre el 8 y el 11 de septiembre habrá elecciones en la Asociación del Personal de los Hipódromos, Agencias, Apuestas y Afines de la República Argentina, por su sigla APHARA, que es el sindicato que agrupa al personal del Hipódromo de Palermo, Hipódromo de San Isidro y las agencias Hípicas de Capital Federal y zona metropolitana. Hasta ahí todo normal como hace medio siglo.
Pero resulta que un grupo de trabajadores identificados como la “Lista Verde. N.º 32. De y Para los Trabajadores” se presentó ante la junta electoral dando inicio al trámite correspondiente para poder participar de dicho comicio. Este hecho encendió todas las alarmas con sus cartas documentos, despidos con causas ridículas, lo de siempre.
Según cuenta la leyenda, cualquier trabajador con más de 30 años de antigüedad en el Hipodromo de Palermo jamás ha visto una elección del gremio APHARA donde haya participado una lista opositora contra la lista Azul y Blanca que hace décadas perpetúa a los Quiroga al frente del sindicato, la mutual y la obra social.
«No hay oposición, y siempre supimos que no la iba a ver, porque las oposiciones de nuestra organización gremial se terminaron hace muchos años, hace casi 20 años que somos elegidos para conducir el gremio». Esto lo decía en 2015 Miguel Quiroga, el entonces secretario general en el traspaso del poder a su hijo Diego Quiroga y a su nuera Nadia Díaz. 8 años después de aquella confesión del fallecido dirigente, a las urnas de la democracia interna en los Hipodromos y Agencias Hípicas las quieren seguir teniendo bien guardadas y dependerá de los trabajadores sacarlas para que respiren libertad sindical.
En esta actividad dedicada a los juegos como en todas las del sector privado, los empleadores trabajan -y lo consiguen sin mayor dificultad- para corromper a la dirigencia sindical, de esa forma quedan calladitos y se ocupan de callar a quién murmure o se queje de las múltiples tareas sin un salario acorde, una problemática típica de estos tiempos.
En el hipódromo casi la mitad del sueldo es no remunerativo.
El item por antigüedad practicamente no establece diferencia entre un trabajador con años en la actividad y un ingresante.
La insalubridad y la nocturnidad del sector tampoco es parte de la agenda del gremio formal, ni siquiera existen los controles periódicos de las aseguradoras de riesgo del trabajo, solo rechazan todo lo que se le acerca con forma de enfermedad profesional o accidente laboral, y eso si logra atravesar el filtro inhumano del servicio médico que ante el menor indicio de secuelas en la salud mental o física de un empleado, le pide la extrema unción al gremio APHARA que junto a la gerencia de RRHH terminan con la vida laboral de esa persona sin importar, historia, carga de familia, antigüedad, trayectoria, legajo impecable.
Luego los Stupenengos o Maldonados -las caras de APHARA en Palermo- como últimos eslabones de esa asociación ilícita dedicada al abandono de persona y la complicidad patronal, se hacen los sorprendidos frente a los hechos que de antemano acordaron con la empresa, se comprometen a interceder, chamuyan con eso de conseguir buena referencia hasta que se borran dejando tirado al afiliado/a, volviendo a comenzar el ciclo con otra persona que recurre a ellos.
Un comentario de un trabajador que agarró en un mal día a algún integrante de APHARA, mensaje de texto al gremio y despido. Alguien que se quería postular en sus elecciones de delegados por fuera del casting de los secuaces de Quiroga, despido.
Para entonces esa persona quizá ya haya padecido los descuentos arbitrarios para reponer faltantes, por esa máxima de “la casa nunca pierde” y si pierde deben pagar los trabajadores con sus salarios con un fallo de cajas insuficiente.
Los Quirogas viven ocupados apostando en las carreras de sus caballos. Ni siquiera las panfleteadas adjudicada al gremio ALEARA los conmovió. Pedro Javier Matías Luro -gerente de RRHH de HAPSA- les cuida el gremio que también lo hizo suyo. Los Quirogas y sus laderos solo deben marcar a quién echar y firmar la paritaria sin leer. Así se mantienen en el cargo, cumpliendo las ordenes de la gerencia. Pero Luro no es un gerente más, en la vida real es el verdadero jefe en APHARA.
Lo documenta el crecimiento de ese gremio que en sus 78 años de vida institucional -contrario a lo que se cree- no está ligado a la familia Quiroga que la administra desde hace 40, sino a Pedro Javier Matías Luro. El mano derecha para el trabajo sucio de los De Achaval, amplió a fuerza de terror, golpizas y despidos masivos la influencia Sindicato APHARA, vaciando con prebendas al preexistente gremio hípico, desde su secretario general también de apellido y familiar de estos Quiroga, hasta el último afiliado que se negaba a firmar fueron echados. A partir de allí fue política de la empresa la afiliación compulsiva.
El despido por desafiliarte al sindicato, o a la obra social, golpiza por manifestarte en contra de estas directivas, amenazas con su amplio popurrí, hasta hace unos años que el Hipódromo de Palermo debió reincorporar por orden judicial a una docena de trabajadores a los que despidió por no tolerar más estos abusos, pagando indenmizaciones por los daños ocasionados y hasta un grupo de culatas que fueron a romper una asamblea por descuentos salariales en pandemia terminaran durmiendo en un calabozo y contaron quiénes los habían contratado.
Tal vez llegó la hora que todos los trabajadores de este sector tan sacrificado, que no sabe de descansos en navidades, año nuevo o primero de mayo puedan lograr que todas estas injusticias queden en evidencia y un primer paso es cuando deciden enfrentarlas. Esto es lo que atemoriza a la burocracia sindical y a la patronal por igual, por eso intentarán impedir por todos los medios que los trabajadores puedan formar una lista y participen de las elecciones en el gremio APHARA en septiembre próximo, y sus reacciones son propias de una dirigencia sindical que nunca supo ni quiso defender a los trabajadores, ahora se tienen que defender de ellos.